
No son fritos, ni a la plancha, pero son parecidos a los que se hacen en las hamburgueserías. Se usa la tapa del disco de arado sobre el fuego de leña o el quemador, y se deja calentar varios minutos. Se le tiran tres gotas de aceite (yo la distribuyo con un ajo cortado por la mitad) y a romper los huevos. En la pinturería compré el cubierto ideal para manejar esta preparación:

Como la tapa del disco es cóncava, se pueden amontonar los huevos en el medio si se tiran como si tal cosa. Por eso, hay que ponerlos de a uno y se puede hacer dique con la espátula porque enseguida coagula. Lo ideal es tener un cortante de repostería para apoyarlo sobre el disco y arrojarlo adentro. Pero a falta de eso, la espátula ayuda a que no se amontonen los huevos. En dos minutos, la yema estará lista (con temperatura, pero para mojar) y los bordes de la clara tostadodos. Una vez más, en ese momento la espátula es imprescindible. Los huevos al disco de arado se despegan fácil, quedan como si fueran fritos, pero con mucho menos calorías al haber evitado el aceite. Ahora, si se quieren ganar unos miligramos de colesterol y aumentar el sabor, se puede arrojar sobre la tapa una fetas de panceta (no ahumada) y dejarlas tostarse hasta que se levanten las puntas. Se corren hacia los márgenes de la tapa, y sobre el espacio central se arrojan los huevos. Acompañamiento irremplazable: pan fresco.